La esgrima del encuentro educativo
Las varas flexibles no se rompen fácilmente. Se adaptan a la
fuerza que se les imprime, son solidarias con ella. Es una esgrima entre la fuerza y la vara, la
fuerza retrocede y la vara se adelanta; la fuerza avanza y la vara sigue su
ritmo, con-cuerda con su oponente que pretende romperla.
Esta esgrima es frecuente en las relaciones humanas. Las interrelaciones
se dan en campos desconocidos que se van construyendo a medida que son
invadidos por las comunicaciones entre las personas. Estos campos se diseñan
socialmente y producen cambios, a veces notables, entre las personas que
interaccionan.
Si la educación es, básicamente, un encuentro; educador y
educando van creando campos de interacción sui generis, diversos,
variados. La atención a la diversidad
tan proclamada como necesidad es precisamente, una práctica pedagógica que surge naturalmente de entender de que se
trata la educación.
La evaluación no es un juicio de valor cualquiera. Se trata de valorar los logros del estudiante
con el estudiante; de otro modo la interacción, el encuentro, no es posible. El
tema es de los más sensibles ya que roza aspectos íntimos de la subjetivación
como la autoestima.
Si la esgrima se materializa
con simpatía y empatía, los resultados del proceso evaluativo cooperativo
redundarán en cambios permanentes que lleven al progreso personal. De eso se trata, evaluar con autoridad
y empatía, permitiendo que el estudiante forme parte de ese proceso.