lunes, 5 de marzo de 2018

De la Evaluación Escolar (IV)


La esgrima del encuentro educativo
Las varas flexibles no se rompen fácilmente. Se adaptan a la fuerza que se les imprime, son solidarias con ella.  Es una esgrima entre la fuerza y la vara, la fuerza retrocede y la vara se adelanta; la fuerza avanza y la vara sigue su ritmo, con-cuerda con su oponente que pretende romperla.
Esta esgrima es frecuente en las relaciones humanas. Las interrelaciones se dan en campos desconocidos que se van construyendo a medida que son invadidos por las comunicaciones entre las personas. Estos campos se diseñan socialmente y producen cambios, a veces notables, entre las personas que interaccionan.
Si la educación es, básicamente, un encuentro; educador y educando van creando campos de interacción sui generis, diversos, variados.  La atención a la diversidad tan proclamada como necesidad es precisamente, una práctica pedagógica  que surge naturalmente de entender de que se trata la educación.
La evaluación no es un juicio de valor cualquiera.  Se trata de valorar los logros del estudiante con el estudiante; de otro modo la interacción, el encuentro, no es posible. El tema es de los más sensibles ya que roza aspectos íntimos de la subjetivación como la autoestima.
Si la esgrima  se materializa con simpatía y empatía, los resultados del proceso evaluativo cooperativo redundarán en cambios permanentes que lleven al progreso  personal. De eso se trata, evaluar con autoridad y empatía, permitiendo que el estudiante forme parte de ese proceso.