viernes, 2 de marzo de 2018

De la Evaluación Escolar (III)


Los desafíos del objeto y de las prácticas.( Nadie habla de los instrumentos)
Se acuerda, en general, que la evaluación escolar debe ser formativa.  Si así se la concibe, es primordial evaluar no sólo conocimientos sino sobre todo actitudes y valores.
En las prácticas pedagógicas el accionar se vuelve especulativo cuando abordamos estos tópicos;  es lógico, hacemos agua en el campo instrumental. El primer desafío entonces es: ¿cómo crear instrumentos eficaces y oportunos para valorar el desarrollo de estos aspectos en el estudiante?
El segundo desafío importante es: ¿cómo garantizar que la evaluación esté integrada efectivamente en el proceso de enseñanza-aprendizaje y no quede  disociada del mismo?
Suarez (1978) afirma que la evaluación debe referirse  al logro de objetivos, a los elementos que intervienen en el proceso y al contexto en que se desarrolla la enseñanza. He aquí tres pilares que deben considerarse atentamente y de manera integral. Una práctica que los soslaye  suele  atentar contra la veracidad y,  por ende, contra la eficiencia del proceso evaluativo.
El tercer desafío consiste en determinar mediante el consenso profesional: ¿cuáles son las actitudes y valores que constituyen objetos de evaluación? Se podría resumir: aquellos que procuren, faciliten y fomenten los procesos de subjetivación acordes con los parámetros culturales. Es cierto que podríamos desglosar de esta afirmación algunos debates; no obstante sirve, momentáneamente, para continuar con el discurso.